martes, 12 de enero de 2016

Tazas de café II

                                                                                                                                               10 de enero.

Nisia:

Que me quería, dice. Menuda estupidez. ¿Cómo puede llegar a querer a alguien que está tan podrido por dentro? Yo no tengo nada bonito, nunca lo he tenido, ¿cómo podía si quiera gustarle? ¿Cómo se le coge cariño a un alma en pena?

Eneas no me quería, era imposible. Seguramente lo decía para que volviese a sus brazos, como muchas otras veces. Quizás se le había ablandado el corazón cuando la otra noche le expliqué mi miedo a dormir. Él no me quería, le daba pena.

Es imposible querer a alguien tan gris, tan atado a sus fantasmas; que abre su coraza a sus demonios cada día y deja que la devoren por dentro y se traguen hasta el último sentimiento.

Que me quería.

Eneas habla en pasado, siempre lo hace. Para él, el futuro no existe y en el presente sólo existo yo. Y yo estoy anclada a un momento eterno. Por eso no me quiere. Ni me quería. Es imposible que lo hiciese. Me niego a creer que alguna vez estuvo enamorado de mí.

Yo vivo arropada por mis miedos. Por eso él se acurrucaba a mi lado y me daba calor, porque me hacían tiritar a cada instante. Yo era importante para él, pero él nunca me ha querido. Fingía.

Eneas tiene miedo de que me vuelva a romper. Es curioso, estoy segura de que ese chico está enamorado de las personas rotas. Míralo, las huele a kilómetros. Es capaz de ver las heridas más profundas debajo de todas esas capas de inseguridad y muros anti-sentimientos. Y, en ocasiones, es capaz de curarlas. Eneas no puede manterse alejado de un alma caducada como la mía, ya lo he comprobado. No va a parar hasta que me arregle, aunqie yo insista en que no quiero ser reparada.

Él se rompió siendo muy, muy joven. Oh, si lo hubieras visto. De la noche a la mañana el mundo se quebró para él, las ruinas quedaron a sus pies. No sé cómo consiguió salir de eso, en serio, yo hubiese muerto ahí mismo. Pero él no, ¿lo ves? Mira dónde está ahora. Es mi ejemplo a seguir.

Está obsesionado con la gente rota y triste, con las depresiones andantes como tú o como yo. Lo entiendo, él sólo quiere ayudar. Sabe cómo hacerlo. Sabe qué puntos tocar, qué palabras usar, cómo hacerte conectar contigo mismo y encontrarte.

Pero Eneas no me quiere, Nunca lo hizo. Y yo no quiero que me arregle. Al fin y al cabo, yo estoy mucho más muerta por dentro de lo que lo está él por fuera.

                                                                                                                                                           Elia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario